El hecho de considerar el problema racial como un asunto resuelto en Cuba, ha propiciado la ausencia de políticas públicas legitimadoras y encaminadas al reconocimiento de las violaciones flagrantes al derecho de participación efectiva en el desarrollo de sus habitantes, clasificados de acuerdo el color de la piel no blanca. Dicha carencia impide tanto el diseño como la implementación de proyectos e intervenciones para la rehabilitación multilateral de estas personas. Por tanto, los procesos de visibilización por concepto del color de la piel deben enfrentar desafíos diversos y de origen multifactorial. La historia del “racismo” en las urbes y ciudades cubanas desde la época colonial hasta la actualidad- ha sido tratada de acuerdo al momento histórico concreto por parte de especialistas e intelectuales de la historiografía, la sociología y la biomedicina, entre un sinnúmero de disciplinas científicas que han arrojado luz a los saberes imprescindibles para bregar en un océano de contradicciones e insuficiencias epistémicas. Entre ellas, no faltan los vacíos en la construcción de estados informacionales capaces de arrojar el dato requerido y preciso. En dicha inopia multifactorial, no debe sorprender que conceptos como “marginalidad” y otros provenientes de los estudios de género y de las intervenciones urbanísticas, sean utilizados de manera oportuna por estos autores, para contribuir al aporte de saberes y soluciones debidamente concertadas.